DISCURSO II.
LA PREPARACIÓN
DEL ESPÍRITU SANTO EN LAS MISIONES
"Si fuéramos mandados a erigir para el
Espíritu Santo un templo de madera y piedra, por ser Dios el único
objeto de adoración, sería una prueba clara de su divinidad. ¡Cuánta
más clara pues es la prueba ya que no somos mandados a hacerlo,
sino a ser nosotros sus templos!"Agustino.
"El mora en las almas del pueblo
cristiano, por lo cual ya no están en el estado sencillo y
natural en que nacieron, sino en un estado nuevo y sobrenatural.
En morar él en ellas, y en todas las grandes cosas que
pertenecen a ello, consiste la operación por la cual la
humanidad perdida en Adam, es restaurada en Cristo."Moberly,
"Administración del Espíritu."
II.
LA PREPARACIÓN
DEL ESPÍRITU SANTO EN LAS MISIONES
"La historia de las misiones modernas",
como se ha dicho bien, "no es más que una continuación de
la de los Hechos de los Apóstoles." Y ¿qué cosa es los
"Hechos de los Apóstoles", sino el primer capítulo de
la historia del Espíritu Santo en la Iglesia? ¿No se han
desarrollado de continuo los últimos capítulos de aquella
historia, dejando ver que son substancialmente idénticos a los
primeros? Y ¿no sería patente esta identidad, si la narración
fuera escrita por una pluma inspirada? Lo creo realmente. Y será
el designio de este discurso, demostrar que exactamente la misma
preparación e inspiración, han sido dadas por el Espíritu
Santo para las misiones modernas que las que fueron proveídas
para las misiones primitivas.
Si leemos la última exposición de la gran
comisión, como está narrada en Hechos 1:8, encontramos que el
orden de los acontecimientos es como sigue:
Primero, el descenso del Espíritu: "Mas
re-
36 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
cibireis la virtud del Espíritu Santo que
vendrá sobre vosotros"; y segundo, la salida de los
evangelistas: "Y me seréis testigos en Jerusalem, y en toda
Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra."
Este orden en la comisión, se mostró que era
el mismo en la historia de la Iglesia. En el mismo párrafo que
nos dice que los discípulos "fueron todos llenos de Espíritu
Santo" se halla la declaración de que "comenzaron a
hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen",
dirigiéndose a hombres "de todas las naciones debajo del
cielo"; y un poco más adelante leemos que los discípulos
"iban por todas partes anunciando la palabra."
La historia de las misiones más modernas ha
sido en este respecto el facsímil repetido de esta historia de
las misiones apostólicas. No es menester referir lo que es
familiar a todo lector de la historiala narración del
decaimiento gradual de las misiones evangélicas, subsiguiente a
la entronización de la Iglesia bajo Constantino. Pero quisiéramos
recordar este hecho: donde quiera, en cualquier siglo, si en un
solo corazón, o en una compañía de creyentes, ha habido una
efusión nueva del Espíritu, ha seguido inevitablemente un nuevo
esfuerzo en la obra de evangelizar el mundo.
La Iglesia Romana escribe en la lista de sus
misioneros ilustres, el nombre de Ulfilas, el apóstol de los
godos en el siglo cuarto, y el de Xavier, el misionero del
Oriente en el siglo dé-
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 37
cimo sexto. ¡Pero cuán grande la sima entre
estos dos hombres! Aquél era un discípulo del Espíritu Santo,
que, dependiendo del Espíritu en la Palabra, para la conversión
de los hombres a Cristo, tradujo la Biblia a la lengua bárbara
de su pueblo, a fin de que fuese engendrado de nuevo por la
palabra de verdad; éste era el soldado de una jerarquía que
procuraba hacer conquistas por medio de ordenanzas carnales, y
nunca dio las Escrituras a aquellos a quienes ibalo cual
demuestra, cuan completamente, al período de la Reforma, habían
desaparecido las misiones apostólicas de la Iglesia Romana
ortodoxa.
Pero en medio de éstos dos, escogemos a uno de
los más grandes misioneros de cualquiera siglo, como un ejemplo
de la declaración que acabamos de hacer.
En Colombo del siglo sexto, el apóstol de los
escoceses, encontramos a un misionero de estilo apostólico. Un
reformador antes de la Reforma, podría ser llamado, por el vigor
con que se emancipó de los errores crecientes del Obispo de Roma.
Nosotros preferimos llamarle, un apóstol después de los apóstoles,
al ver cuán literalmente reprodujo los rasgos de la piedad
primitiva. El Espíritu Santo en la Palabra, era su gran
confianza para transformar a los corazones salvajes a quienes
ministraba; y que el Espíritu Santo en su propio corazón, le
haría un predicador eficaz de la Palabra. ¡Hombre admirable! ¡Qué
vida tan transfigurada vivió
38 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
en Iona, su pequeño Patmos, en medio del mar!
Dice de él su biógrafo Adamnan, que "en apariencia era angélico,
gracioso en su habla, santo en trabajo, con talentos de los
mejores, y de una prudencia consumada. Tan incesantemente estaba
ocupado de día y de noche en el ejercicio incansable de ayunar y
velar, que la carga de cada uno de estos ejercicios parecería
insoportable. Y no obstante, en todos éstos, fue amado de todos;
porque un santo gozo que irradiaba su rostro, revelaba el gozo y
la alegría con que el Espíritu Santo llenaba su alma."
En un día de verano, hace cuatro años, visité
las ruinas de su monasterio en Iona, y me parecía era el lugar más
sagrado en el norte de Europa. Desde aquella isla rocosa y
desierta evangelizó a toda Escocia, y ganó a su pueblo salvaje
para Cristo. Si la Escocia tiene una deuda incalculable con Knox,
por haber reformado el cristianismo en su tierra, ¿qué no debe
a Colombo por haberlo plantado allí, y plantádolo tan
firmemente? Ningún cristiano, sea católico o protestante, puede
dejar de admirar a Francisco Xavier por su celo ardiente y la
consagración maravillosa que caracterizaron su carrera misionera
en la India y China. Pero por haber Xavier confiado en los
sacramentos, en vez de en las Escrituras; en los ritos eclesiásticos
en lugar de en la regeneración espiritual, casi no dejó
ningunos resultados permanentes de sus prodigiosos sacrificios y
trabajos, de modo que sus propios colaboradores
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 39
tienen que confesar que no se necesitaron sino
unos pocos años para borrar, en su mayor parte, los resultados
de su obra1.
Pero en cuanto a Colombo sucedió exactamente
lo opuesto. El "Hombre de Dios", y la "Palabra de
Dios"éstos eran el agente y el instrumento de su
conquista misionera. El Hombre de Dios lleno del Espíritu Santo,
y la Palabra de Dios animada con el Espíritu inspirador
confiando en estas agencias divinamente escogidas para la
evangelización del mundo, los resultados del ministerio de
Colombo fueron prodigiosos; de modo que el historiador de las
misiones no exagera al escribir:
"A este hombre solo el mundo lo debe, que
no sólo el nombre escocés, sino todo el carácter y los
resultados dados a entender con ese nombre, desde entonces,
fueron dados al pueblo de la Britania septentrional"2.
Al repasar aquel largo y lúgubre período que
llamamos la "Edad Media", en la que la Iglesia Romana
había casi enteramente confundido la idea de las misiones evangélicas
con la de las conquistas eclesiásticas por medio de
1. Mientras hablamos así de los métodos
misioneros de Javier, concedamos la más grande reverencia al
hombre mismo, y recordemos su grito apasionado: "Con
frecuencia se me ocurre ir a las Universidades todas de Europa,
gritando como una mujer a todos los hombres instruidos cuya
sabiduría es mayor que su caridad: ¡Ah! ¡Qué multitud de
almas están quedando fuera del cielo por vuestra culpa!"
2. "Corta Historia de las Misiones",
de Smith (pág. 66).
40 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
las armas, la diplomacia y la persecución, es
grato descubrir acá y allá ejemplos de la renovación del
primitivo celo apostólico por la predicación del evangelio a
los paganos. Escogemos un ejemplo del siglo treceRaimundo
Lullel cual en 1292 vino a ser el primer misionero a los
mahometanos, un misionero de la escuela primitiva que era
entonces casi anticuada.
En primer lugar observamos el avivamiento del Día
de Pentecostés, en el corazón de este joven noble. Visitado por
una efusión abundante del Espíritu, tuvo una experiencia tan
profunda y verdaderamente evangélica, que ha sido comparada
apropiadamente con la "Gracia Abundante" de Bunyan.
Luego siguió el impulso pentecostal, el cual él repitió
literalmente, de vender todas sus posesiones y bienes, y
repartirlos a todos, como cada uno había menester; y juntamente
con esta cesión de sus bienes, la más absoluta consagración de
su persona al Señor Jesús. Escucha su patética oración de
consagración: "A tí, oh Señor Dios, me ofrezco a mí
mismo, a mis hijos, y todo lo que poseo. Que te plazca a tí que
te humillaste para sufrir la muerte de la cruz condescender a
aceptar todo lo que te doy, para que yo, y mi mujer y mis hijos
seamos tus humildes siervos."
No nos sorprende que después de esta
consagración, se manifestase inmediatamente un ferviente celo
misionero. Este celo se expresó en fervientes oraciones por la
restauración del
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 41
espíritu primitivo en la Iglesia, a fin de que
sus ministros tuviesen el impulso de salir para las tierras
paganas como testigos de la muerte y resurrección de Cristo; y
mientras oraba, meditaba planes profundos en su corazón, para
"la formación de instituciones donde pudieran aprenderse
varios idiomas a fin de poder predicar a los incrédulos. Así es
que siglos antes del tiempo de Carey, hallamos que la idea
misionera revivió en un corazón noble, en el corazón de un
hombre tan celoso, y tan grande en cuanto a sus dotes
intelectuales, que a haber encontrado una Iglesia que la
secundara, o un período responsivo a sus ruegos, podría haber
hecho que el siglo catorce fuese lo que ha sido el siglo décimo
nonoel "Siglo de misiones."
No tenemos tiempo para bosquejar la carrera
ardiente, impulsiva y heroica de este poderoso hombre de Diosun
misionero cuyo superior no ha nacido durante los siglos
cristianos. Escogió como el objeto de sus trabajos, a un pueblo
entre el cual los que profesaban la conversión, tenían que
sufrir la muerte; y después de trabajar incansablemente por su
salvación, fue apedreado como Esteban, y así murió. Le hemos
citado como un ejemplo de nuestra declaración de que en donde
quiera, en un solo corazón o en una comunidad cristiana que
sucede una efusión del Espíritu de Pentecostés, hay un
avivamiento del celo misionero. La vida y los escritos de
Raimundo Lull merecen ser es-
42 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
tudiados por cada estudiante cristiano; y sus
palabras memorables pueden servir como un lema para todos
nosotros: "El que no ama no vive; y el que vive en Cristo no
puede morir."
El siglo nono lo llamamos rectamente el "siglo
de las misiones." Pero no debemos suponer que la Iglesia se
levantó de un salto, de la inercia de la Edad Media y, del período
que siguió a la Reforma, con respecto a la gran comisión, a las
sublimes hazañas evangélicas del presente siglo. El siglo décimo
octavo fue la grada que condujo al décimo nono, y Schwartz y
Ziegenbalg fueron los precursores de Carey y Judson. Y el siglo décimo
séptimo sirvió de preparación para el décimo octavo, y el Barón
Von Welz fue el precursor de Schwartz y Plutschau Von Welz
fue tan dominado por la idea misionera que, después de rogar patéticamente,
pero en vano, a la Iglesia Luterana que diera el evangelio a los
paganos, renunció su título1 y sus haciendas y se
dio a sí mismo, yendo de su propio peculio a la Guinea Holandesa,
donde no tardó en llenar un sepulcro solitario.
Quiero dar énfasis al hecho de que el movi-
1. Oíd la noble vindicación de Von Welz, de
la renunciación de su título: ¿Qué es para mí el título de
"bien nacido", cuando he renacido en Cristo; qué es
para mí el título de Lord, cuando deseo ser siervo de
Cristo; qué el ser llamado "Su Gracia", cuando
necesito la gracia de Dios, su ayuda y socorro? Yo renuncio a
todas estas vanidades y a todo lo demás; quiero estar a los pies
de Jesús mi amado Señor, sin tener obstáculo para servirle
rectamente.
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 43
miento misionero en todos los siglos, ha nacido
de un poderoso avivamiento espiritual en corazones cristianos.
Pietismo es el nombre con que fue conocido aquel avivamiento del
siglo décimo octavo; "Metodismo" es el nombre con el
cual llegó a conocerse en el siglo décimo nono. Franke y
Spencer fueron los promotores más conspicuos del movimiento
pietista en la Iglesia Luterana, del siglo décimo octavo, así
como Wesley y Whitefíeld lo fueron del movimiento que culminó
en el siglo décimo nono. Estos nombres fueron tan odiosos a los
eclesiásticos de la generación a que pertenecieron, como nos
son caros en estos días, a nosotros que hemos estudiado sus
vidas y escritos. Un avivamiento de la piedad primitiva, siempre
trae por resultado un avivamiento de la persecución primitiva.
Pero qué obra tan grande a favor del mundo hacen siempre
aquellos que vuelven a abrir los antiguos manantiales del
cristianismo, limpiándolos del sedimento que se ha acumulado, y
buscando nuevos canales para que salgan sus aguas a la humanidad.
Herman Franke, profesor de teología en Halle
no promovió originalmente un movimiento; pero "como un
maestro consumado", dice uno, "despertó en los que
tuvieron contacto con él, un espíritu de consagración absoluta
al reino de Dios, tal como él mismo lo poseía en el grado más
alto. Este espíritu los puso listos para ir a donde quiera que
había necesidad de ellos. Así sucedió naturalmente que él
nombró misioneros,
44 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
que se hiciera su consejero y que consiguiera
para ellos en su patria, comitentes que oraran por ellos y
contribuyeran para su manutención."
Spener en Berlín, se afanó principalmente en
restaurar la vida al cristianismo muerto y a la ortodoxia estéril
de su generación. Fue odiado por los cristianos formulistas con
un odio que nos parece inexplicable a nosotros que sabemos de
ello hoy; pero creemos que fue un hombre muy amado de Dios. Y por
vivir tan cerca del corazón del Varón de Dolores, tocó el
corazón de nuestra humanidad doliente, y anheló con deseo
intenso la salvación del mundo perdido. Leed lo siguiente de su
pluma: "Incumbe a la Iglesia toda, no debe ella ser
deficiente ni en celo, ni en labor, ni en dinero, para que los
pobres paganos e infieles sean atendidos. ¿Por qué ha de
renunciar la Iglesia a el derecho que ha tenido a todo el mundo?
Si reclama el derecho ¿por qué no hace lo posible para obtener
la posesión? No podemos decir que Dios ha negado semejante ayuda
y gracia a aquellas pobres gentes. ¿Por qué, pues, no hemos de
esforzarnos para hacerlas participantes de aquello que nadie
afirma serles negado por la compasión divina?" La apelación
de la que fueron tomadas estas sentencias, suena como una hoja
del famoso sermón de Carey, del cual, según dicen, nació la
era de las misiones modernas.
¡Qué omnipotencia hay en la vida espiritual!
Pietismo, misticismo, puritanismo, metodismo, Hermanismo,
stundismo, y que sé yo cuáles
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 45
otros, son los nombres dados por burla a
aquellas renovaciones del Pentecostés, a aquellos avivamientos
de la espiritualidad primitiva que han aparecido repetidas veces
en la Iglesia de Cristo. Cuanto más los hombres se han burlado
de estos movimientos, más los ha bendecido Dios.
¡Qué vitalidad tan tremenda debería haber
habido en el movimiento pietista en Alemania, para que una alta
autoridad de la historia misionera, afirmara que Felipe Jaime
Spener fue el padre espiritual de la Misión Danesa Halle, y
Augusto Hermann Franke, por Zinzendorf, el padre de las misiones
moravianasel más grande movimiento evangélico, en algunos
respectos, en la historia de la Iglesia.
A fin de demostrar más específicamente la
acción del Espíritu Santo al inaugurar las grandes eras
misioneras, estudiemos ligeramente las vidas de unos pocos de los
grandes leaders en los movimientos de los siglos décimo octavo y
décimo nono.
En una humilde choza en Pulsnitz, una pequeña
población de Sajonia, cerca de Dresden, casi al fin del siglo décimo
séptimo, una madre cristiana moribunda había hecho llamar a sus
hijos en derredor de lecho para despedirse de ellos. La familia
era de las más pobres; pero la madre asombró a sus hijos diciéndoles:
"He guardado un gran tesoro para vosotros un tesoro
muy grande." Impaciente por poseerlo, uno de los niños
preguntó: "¿Dónde está, ma-
46 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
dre?" "Buscadlo en la Biblia, hijos míos",
respondió ella: "y lo encontraréis; no hay ni una página
que yo no haya mojado con mis lágrimas." En aquella familia
hubo un joven para quien las lágrimas y oraciones de aquella
madre, fueron el principio de un Pentecostés, aún en su niñez.
Pasó por los ejercicios espirituales más profundos, hasta que
al fin "el gozo y luz confortante del evangelio, brillaron
en su alma." En seguida lo vemos en Berlín y en Halle
estudiando bajo la poderosa influencia espiritual de Franke y
Lange, hasta que, sean cuales hayan sido los otros honores de la
universidad ganados o perdidos, salió con el odiado apodo de
"pietista" añadido a su nombre, y con todo el poder
espiritual que representa ese nombre. Bartolomé Ziegenbal es el
renovado nombre con el cual conocemos a este joven. Fue el primer
misionero protestante que pisó las riberas de la India: y desde
el día de su desembarque, el 9 de Julio de 1706, hasta el día
de su muerte prematura el 23 de Agosto de 1719, cuando falleció
cantando "Jesu meine Zuversicht""Jesús mi
confianza"obró tan bien, que ganó del Dr. Duff el
encomio que "así como fue el primer misionero a la India,
no fue inferior a ninguno, y sí difícilmente superado por
alguno de los que le han seguido."
Miremos otra escena de familia. Esta vez en
Sonnenberg. en Alemania. Una mujer cristiana estaba moribunda,
pero antes de dejar de existir dice en voz baja a su marido que
llora
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 47
a su cabecera un secreto: "He dedicado a
Dios, a nuestro hijo más joven para que haga el servicio para el
cual El le llame. Prométeme que cuando oiga el llamamiento del
Señor, no le desanimarás." El joven a que se hizo
referencia en esta conversación no fue otro que Cristiano
Federico Schwartz. Exactamente como en el caso de Ziegenbal, este
joven pasó de la escuela preparatoria de las oraciones y enseñanzas
de su madre, a participar de la educación más alta de Franke en
Halle. En la atmósfera del Espíritu Santo en la cual este
admirable profesor vivía, brotaron los gérmenes de la
consagración maternal; y el joven Schwartz pronto volvió a casa
para decir a su padre que seguramente Dios le había llamado a la
vida de misionero en la India. El padre se retiró al aposento
santificado por la muerte santa de la madre; y después de luchar
tres días con los sentimientos de su atribulado corazón, puso a
su hijo más joven sobre el altar de Dios. A los veinte y tres años
de edad, Schwartz se embarcó para la India para emprender su difícil
carrera; y durante cuarenta y tres años hizo una obra tan
heroica y tan excelente, como ningún soldado de Cristo haya
hecho en algún tiempo. ¡Qué ingenio misionero combinado con el
heroísmo y abnegación, misioneros exhibió este embajador del
Salvador! De modo que un juez sincero ha dicho de él que "para
el pensamiento cristiano y para la historia de la Iglesia, él es
tal vez la figura más conspicua en la India, de
48 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
aquel siglo décimo octavo."
Puede decirse que el Conde Zinzendorf recibió
su primera educación de los pietistas. Spener fue uno de sus
padrinos; su abuela y su tía, que le criaron, eran de la misma
escuela; y a la edad de diez años fue puesto bajo la tutoría
Inmediata de Franke en Halle. Como resultado de semejante cultura,
se hizo un santo desde su infancia, si se nos permite decirlo así.
A los cuatro años de edad hizo el pacto con Cristo: "Seas tú,
querido Salvador, mío, y yo seré tuyo." Su dicho famoso,
el que Tholuck adoptó como su lema"Tengo una pasión,
y es El, y El sólo"fue la clave de toda su vida. Habiéndose
consagrado de una manera tan completa, no es extraña que pronto
la idea misionera tomara posesión completa de él; que con su
ardiente confesión: "Desde ahora aquel lugar es mi hogar
donde puedo tener la mayor oportunidad de trabajar para mi
Salvador", tuviese la honra de llegar a ser uno de los
fundadores misioneros más eminentes de cualquier siglo.
Teniendo presentes estos tres nombresZiegenbald,
Schwartz, Zinzendorftenemos una ilustración amplia de lo
que puede el Espíritu Santo, operando por unos pocos hombres
consagrados, en la inauguración de un nuevo movimiento misionero.
Franke y sus compañeros creyentes criaron a estos misioneros
maestros en la vida del Espíritu, y los educaron para su alta
vocación a la que fueron conducidos por un impulso irresistible.
Creo que no sería una
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 49
exageración afirmar que, justamente con tanta
claridad como podemos descubrir el movimiento misionero del
primer siglo en la pequeña compañía que fue bautizada en el
Espíritu Santo, en el Día de Pentecostés, así podemos
encontrar el origen y la inspiración del movimiento misionero
del siglo décimo octavo, en los corazones de aquella pequeña
compañía de pietistas alemanes de quienes Spener y Franke
fueron los leaders más conspicuos. Sin embargo, lo repetimos,
que estos hombres no se interesaban principalmente en la empresa
misionera. Fueron conmovidos de pesar profundo, por la ortodoxia
muerta y el estéril formulismo de su tiempo, y procuraron
ansiosamente restaurar la vida del Espíritu Santo a la Iglesia
Luterana. Pero restaurar es revivificar; la vida engendra la
actividad, y no podía menos que haber un avivamiento misionero
como resultado de este avivamiento evangélico. Jesús Cristo es
el verdadero antitipo de "la vara de Aarón que reverdeció."
La historia es familiasComo cuando todas las varas de todas
las otras cabezas de tribus estaban secas y sin vida, la vara de
Aarón echó flores de almendra; y como fue guardada dentro del
arca del concierto y viajó con la Iglesia en el desierto durante
todas sus peregrinaciones; así Cristo en la persona del Espíritu
Santo, está en su Iglesia en todas sus peregrinaciones por este
mundo hasta el fin. Cuando los episcopados históricos y los
establecimientos eclesiásticos, y los sistemas sa-
50 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
cerdotales se han marchitado y dejado de dar
fruto, este Cristo que mora en su Iglesia, puede reverdecer con
nuevos ministros y dar fruto en nuevas empresas misioneras.
Cuando en algún período de la historia de la Iglesia, se ha
levantado una pequeña compañía, tan rendida al Espíritu y tan
llena de su presencia que se presentan como instrumentos blandos
a su voluntad, entonces ha amanecido un nuevo Pentecostés en el
cristianismo, y como consecuencia la gran comisión ha vuelto a
publicarse; y después de una nueva permanencia en Jerusalem para
recibir la investidura de poder, se ha visto darse un nuevo
testimonio a favor de Cristo desde Jerusalem hasta los confines
de la tierra. El pietismo no era un nuevo río de vida misionera
que se rompió en la Iglesia; fue más bien un nuevo cauce para
el antiguo río, que por mucho tiempo había estado estorbado por
la mundanalidad de la Iglesia. Así como en el cauce de un río
que casi ha desaparecido en el tiempo de una seca prolongada, hay
siempre un arroyo escondido que, aunque no sea sino un arroyuelo
pequeñísimo, no obstante basta para mantener la continuidad del
río, así es en la historia de la Iglesiasus manantiales
nunca se secan completamente, ni aun en la generaciones de la
apostasía más estéril. Señalamos en las misiones moravas a
Zinzendorf, y más allá de Zinzendorf a Franke, pero todavía no
hemos ido bastante lejos. Podríamos seguir el hilo de influencia
espiritual hasta los mártires de Bohemia
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 51
del siglo quince, y observar que, así como se
dice que el manantial vivo brotó en la cárcel del mártir en
Roma y ha seguido hasta el día de hoy, así este río de
evangelismo, brotó de las cenizas de Juan Huss, después de que,
como mártir de Jesús, había entregado su vida en las llamas de
Constancia. Tal es el poder inconquistable de la vida divina en
la Iglesia, y tal el irreprimible impulso misionero que aquella
vida está segura de engendrar, siempre que haya un nuevo
avivamiento.
Habiendo indicado brevemente las fuentes del
movimiento misionero del siglo décimo octavo, vamos ahora a
considerar el origen de aquél, del siglo décimo nono. No es
menester decir cuan generalmente los historiadores de las
misiones extranjeras han señalado con énfasis la relación de
este movimiento con el gran avivamiento evangélico con el que
están tan íntimamente asociados los nombres de Wesley y
Whitefield. Es profundamente interesante observar que este
avivamiento fue un avivamiento de otro avivamiento. Hay una
sucesión apostólica verdadera, por la cual el Espíritu Santo
es comunicado de generación en generación; [la palabra apóstol
significaba originalmente "embajador" o enviado
especial de Cristo, uno comisionado directamente por El; cuando
el autor habla aquí de sucesión apostólica, debe entenderse ésta
sucesión como la transmisión de la fe y el espíritu apostólicos,
no del oficio en sí, como el mismo autor aclara más adelante él
no implica una línea sucesoria, tampoco una ordenación o
intervención eclesiástica visible]. Esta sucesión rara vez se
halla limitada a los cauces y canales sacerdotales, sino que
puede trazarse antes en lo que llama Harnack "ciertas
corrientes escondidas de tradición" que han seguido
fluyendo escondidamente de siglo en siglo.
Así como el moravismo nació del pietismo,
52 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
así el metodismo nació del moravismo. Es
extraño ver a Juan Wesley, un estudiante del colegio Lincoln en
la Universidad de Oxford, sentado a los pies de Cristiano David,
el carpintero y predicador moravo en Herrnhut. Pero en este caso,
como sucede con tanta frecuencia en la Iglesia cristiana, el
tesoro de vida e iluminación espirituales fue hallado escondido
en un vaso de barro, para que la alteza del poder fuese de Dios y
no de los hombres. Por Pedro Bohler, otro predicador de los
Hermanos, Wesley había sido profundamente convencido de su
esterilidad espiritual, y ha sido la costumbre decir que el gran
leader metodista debió su conversión a los Hermanos moravos.
Creo que la evidencia demuestra que estaba verdaderamente
regenerado mucho antes de este tiempo. Pero la experiencia que se
nota con tanta frecuencia en los Hechos de los Apóstoles volvió
a reproducirse en este caso. "¿Habéis recibido el Espíritu
Santo después que creísteis?" pregunta Pablo a ciertos
cristianos de Efeso. Eran creyentes; eran discípulos; pero hasta
ahora estaban ignorantes de aquel otro grado más alto. la
investidura del Espíritu. Así fue con Wesley; era evidentemente
un discípulo sincero de Cristo, así como era por cierto un teólogo
instruido. Pero tenía hambre de algo más profundo que hasta
ahora no sabía definir. Este hombre ignorante de Herrnhut, extraño
es decirlo, tenía el secreto que estaba escondido a su hermano
sabio y prudente. Y al escuchar
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 53
ávidamente los discursos de Cristiano David,
encontró que sus palabras eran tan satisfactorias que escribió:
"De muy buena gana habría pasado mi vida aquí; pero llamándome
mi Maestro a trabajar en otras partes de su viña, fui constreñido
a dejar este dichoso lugar." Herrnhut parece" haber
sido para Wesley otro Pentecostés, por el cual salió investido
del poder de lo alto.
No quisiéramos dar a entender sin embargo, que
este poder estuvo restringido a la capital morava como su centro
o fuente. Si tomamos la fecha de la visita de Wesley a Herrnhutt
y la llevamos a otros partes del mundo, veremos que había en
este tiempo un movimiento general del Espíritu en el mundo
cristiano. Fijaos en la fecha, 1738, y observaréis que era un annus
mirabilis en la historia de la Iglesia.
Abriendo la biografía de David Brainerd
hallaremos que fue en el invierno de ese año, cuando este joven
entró en el trabajo de pescador de almas, del cual nació un
misionero tal, que la Iglesia ha visto rara vez. Parece que
Brainerd nunca alcanzó aquella triunfante libertad espiritual,
de la cual sus hermanos al otro lado de la mar habían aprendido
el secreto, porque durante toda su vida hay un tono de melancolía
y condenación de sí mismo en sus experiencias escritas, que es
profundamente doloroso. Pero que recibió el Espíritu en su
plenitud y que por el poder del Espíritu fue conducido a la más
absoluta consagración a su Sal-
54 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
vador, no puede haber duda. Así como Jorge Fox,
el cuáquero, rogó ser "bautizado dentro del entendimiento
de todas las condiciones, a fin de poder sentir las necesidades y
pesares de todos", Brainerd anheló y pidió aquella absorción
completa en la voluntad divina, por la cual fuese indiferente a
toda circunstancia exterior de malestar y aflicción, si sólo le
era permitido dar a conocer el nombre de Cristo a los que perecían.
Hasta dónde logró esta condición, está indicado por la
siguiente cita de su diario, tomando en cuenta que el que la
escribió era uno de los más humildes de los hombres: Dice así:
"Heme aquí, oh Señor: envíame a mí;
envíame a los fines de la tierra; envíame a los rudos y
salvajes paganos de los bosques; apártame de todo lo que se
llama comodidad en la tierra;
envíame aún a la misma muerte; con tal de que
esté en tu servicio, promoviendo tu reino."
Precisamente en el mismo período desde
1737 hasta 1739Jonatán Eduards pasaba por aquellos
incomparables ejercicios espirituales en los que, como declara,
las manifestaciones del Espíritu eran tan poderosas, que durante
horas enteras estaba "inundado en lágrimas, llorando en
alta voz", mientras "Dios en las comunicaciones de su
Espíritu Santo parecía ser una fuente infinita de gloria y
dulzura divinas, siendo del todo suficiente para llenar y
satisfacer al alma, derramándose en comuni-
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 55
caciones gratas, como el sol en su gloria
dulcemente difunde luz y vida."
¿No recordamos que cuando la nueva era amaneció
en la Iglesia apostólicala apertura del reino de los
cielos a los gentilesfue inaugurada por una especie de
nuevo Pentecostés, de modo que Pedro dijo, "El Espíritu
Santo cayó sobre ellos como sobre nosotros en el principio"?
Mirando el grupo de NorthamptonJonatán Eduards y la Sra.
Eduards, David Brainerd y Jerusa Eduards, su prometiday
leyendo la descripción de sus ejercicios extraordinarios
espirituales en este tiempo, podría uno deducir que estaba para
amanecer en la Iglesia, alguna época notable. En el caso de
Eduards y Brainerd vemos la repetición literal de la experiencia
de Isaías como está narrada en el capítulo sexto de su profecíauna
visión abrumadora de la gloria de Dios; y como consecuencia de
esto, un terrible sentido de pecado y ruina; luego el tocamiento
de los labios con el fuego de Dios, y en seguida la exclamación:
"Heme aquí; envíame a mí."
Como siempre, la piedad seráfica despertó el
odio de una Iglesia mundana. Eduards, como Spener, fue arrojado
de su púlpito por el espíritu mundano en su iglesia, y el gran
teólogo llegó a ser misionero de los indios Stockbridge.
Brainerd, por una indiscreción de entusiasmo religioso, fue
expulsado del colegio Yale y se le rehusó su grado, aunque, en
unos pocos años,
56 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
ganó para sí el grado de Maestro Misionero en
los bosques de América.
Ahora crucemos la mar y veremos que fue en el
mismo año, 1738 cuando Carlos Wesley empezó su vida nueva de fe
victoriosa, y en el que Juan Wesley halló el secreto de la paz,
entre los hermanos humildes de Herrnhut. Seguramente estaba Dios
preparando algún movimiento importante en su reino, cuando echó
mano al mismo tiempo en dos continentes, de hombres como éstos y
los ungió con el Espíritu Santo. Y así sucedió. El metodismo
se originó en este tiempo bajo la predicación de los Wesley y
sus colaboradores. Pero el metodismo no es tanto el nombre de una
denominación de cristianos, como lo es de un movimiento del Espíritu
Santo en la Iglesia1. No fue una empresa misionera
extranjera; pero fertilizó el suelo estéril del cristianismo,
que en este tiempo estaba marchito por el formalismo y la apostasía,
y empezó a dar misioneros espontáneamente. Es la exacta
reproducción de la historia del pietismouna nueva era de
vida espiritual resultando en una nueva era de evangelismo. Podríamos
decir más bien que es la historia
1. El Dr. Haweis, un clérigo de la Iglesia de
Inglaterra en tiempo de los Wesley, dice: "Esta actividad en
la causa de nuestro Gran Redentor, es llamada en este país
"Metodismo", término general que usualmente designa
una energía más que ordinaria en el trabajo del Señor, muy
semejantemente como el mismo espíritu es llamado en Alemania
Pietismo."
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 57
del Pentecostés repetida exactamente. Por lo
regular es solamente una pequeña compañía la que es llamada al
cenáculo para recibir el bautismo del Espíritu Santo y de fuego;
pero ellos lo reciben para toda la Iglesia, y por medio de una
especie de imposición espiritual de manos, es comunicado de uno
a otro hasta que multitudes participan de la bendición. Así fue
con el pequeño grupo de leaders metodistas; el fuego de su altar
encendió corazones en muchas partes hasta que todo el
cristianismo fue inflamado por él. Examinemos en unos pocos
ejemplos, la extensión de esta iluminación.
Juan Newton de Olney no es contado como
metodista; pero su correspondencia con Wesley demuestra cuán
verdaderamente estaba en la corriente del gran movimiento, y cuán
ricamente participó en el nuevo bautismo; [en la época del
autor no había la idea carismática del bautismo del Espíritu
Santo, cuando él decía "bautismo" del Espíritu Santo,
él quería decir "llenura" del Espíritu Santo; el término
"bautismo" es aplicado en el Nuevo Testamento a la
recepción única y definitiva del Espíritu Santo cuando alguien
recibe el evangelio de su salvación y no es algo que se reitere,
en cambio la llenura sí debe buscarse continuamente; la confusión
pudo deberse al hecho de que en Pentecostés, el "bautismo"
del Espíritu fue coincidente con la "llenura" del Espíritu].
Newton comunicó el fuego divino a Tomás Scott, que hasta este
tiempo, como sabemos por su propia confesión, era un eclesiástico
formal, sin ninguna experiencia de la gracia del Espíritu en su
corazón. En el fervor de su nuevo amor, Scott predicó de tal
manera la palabra, que un joven de su congregación, fue
poderosamente avivado. Aquel joven era Guillermo Carey.
Subsiguientemente, Carey leyó el diario de David Brainerd y
recibió de él su impulso más permanente, para la consagración
misionera. También: Juan Newton crió en el amor de Cristo y en
la vida del Espíritu, a un joven escocés que por casualidad
entró en su congregación en Londres. Es-
58 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
te joven, sintió la influencia del movimiento
evangélico y fue profundamente afectado por él; y no fue otro,
sino Claudio Buchanan, que, unos pocos años más tarde, fue a
India y llegó a ser uno de los más poderosos promotores de las
misiones y de las traducciones bíblicas en aquel país. Publicó
un tratado intitulado "La Estrella en el Oriente", el
cual, cruzando el océano, cayó en las manos de Adoniram Judson,
entonces estudiante en Andover, y le hizo resolverse a dar su
vida al trabajo de las misiones extranjeras. Qué clase de
embajador de la cruz llegó a ser éste, todo el mundo lo sabe;
Teodoro Parker declaró que "si el movimiento misionero
moderno no hubiera hecho otra cosa que producir un Adoniram
Judson, justificaría todo su costo."
También: Carlos Simeón llevó el fuego del
nuevo Pentecostés a la Universidad de Cambridge. Como siempre,
la devoción tuvo que arrostrar el escarnio, y el santo hombre
fue burla y mofa de los estudiantes y los ciudadanos, y los
nombres de pietista y metodista fueron arrojados a él en toda
ocasión, hasta que su corazón sensible a menudo estaba cerca de
quebrantarse por el pesar. Pero ¿qué importaba? Dios lo dio en
esos años a Enrique Martyn, el misionero de amor y compasión
incomparables, el cual, mirando a los paganos, escribió;
Vertiendo lágrimas intercedía por los desafortunados naturales
de este país, pensando dentro de mí, que el sudra más
despreciable de la India
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 59
valía tanto a la vista de Dios, como el Rey de
la Gran Bretaña"1. Hemos trazado la corriente
principal del movimiento misionero del siglo décimo nono; pero
nuestro estudio no estaría completo, sin una referencia a otra
corriente que tuvo su origen en Alemania, un poco después.
Guillermo Carey llegó a ser, en la providencia
de Dios, el padre de las misiones organizadas habiéndose
fundado más de mil sociedades, como sucesoras de la que fue
formada en 1792, principalmente por su instrumentalidad. Juan
Evangelista Gossner, nacido cerca de Augsburg doce años después
del nacimiento de Carey, puede llamarse el padre de las misiones
de fe, que se han hecho cada vez más prominentes hacia el fin de
este siglo. Me valgo de la frase "Misiones de fe",
aunque describe muy imperfectamente una clase de empresas evangélicas
cuya historia y resultados merecen nuestra atención mas profunda.
La Gran Comisión es también un gran permiso;
siendo su mandato divino de que se predique el evangelio a toda
criatura, nada menos que la autoridad divina para sacar del
tesoro del cielo todos los fondos necesarios para obedecer este
mandato. Esta es sustancialmente,
1. Es profundamente interesante observar cómo
el Dr. Duff también traza su linaje espiritual hasta Simeón (Véase
"Vida de Alejandro Duff", por Thomas Smith, D.D., página
18).
60 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
la conclusión a que llegó el Pastor Gossner
cuando, a los sesenta y tres años de edad, estando descontento
con los métodos mecánicos de levantar dinero y dirigir las
misiones, que se practicaban tan generalmente, inauguró una
nueva empresa evangélica, en la cual, la fe y la oración habían
de ser los factores principales. Es notable que al buscar las
influencias que determinan el carácter de este hombre singular,
lleguemos de nuevo a los manantiales puros y evangélicos del
pietismo.
Hubo un poderoso avivamiento cerca del fin del
último siglo en Bavaria, y en la misma Iglesia de Roma, con
respecto al cual un escritor eminente expresa su sorpresa de que
"un movimiento tan profundo, y que se extendió por años
con la rapidez de un incendio, atisbado y esforzado por la
persecución, cesara casi sin resultados. Pero no cesó; como no
ha cesado un impetuoso riachuelo de los Alpes, cuando se ha
arrojado en una caverna subterránea para volver a salir espumoso
y alegre, en los campos verdes, al pie de la montaña. El
evangelista Gossner era sin duda el fruto directo y la fuerza
permanente, de la cual resultó aquel avivamiento. Era un
sacerdote de la Iglesia de Roma, en la que había nacido y había
sido educado. Martín Boos fue el Lutero de aquel período; se
echaba por semanas sobre el frío suelo, haciendo penitencia,
vestido de una camisa de pelo; se azotaba hasta hacerse sangre, a
fin de alcanzar una vida santa. Pero todo fue en vano, hasta
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 61
que le fue revelado el secreto de la
justificación por la fe en Cristo solo, por una piadosa anciana.
Entonces tuvo paz y tal unción del Espíritu Santo, que cuando
empezó a predicar "llamas de fuego salían de sus labios y
los corazones del pueblo se encendían como la paja." De él,
el bautismo del Espíritu Santo y fuego, fue comunicado a sus
hermanos sacerdotes: Feneberg, Sailer, Bayr, y Siller. "Cristo
para nosotros y Cristo en nosotros" fue desde entonces el
tema de su predicación. Cristo en la cruz para nuestra
justificación: Cristo en el corazón por el Espíritu Santo para
nuestra santificación y poder. Todo el movimiento del cual Boos
era el centro, es profundamente interesanteuna especie de
segunda edición de la Reforma alemana, aunque en un círculo
estrecho.
Gossner se hizo discípulo de Booz. La doctrina
doble de su hermano en el sacerdocio, se apoderó fuertemente de
su corazón; pasó por una gran crisis en la que su oración
vehemente era. "¡Tú el viejo Adam, en mí muere: vive, Señor
Jesús!" y así salió a hacer su obra con este lema en los
labios, el que después estaba siempre repitiendo: "¡Pereat
Adam! ¡Vivat Jesu!" Semejante celador no podía dejar de
atraerse la bendición de la maldición papal. Gossner fue
llevado ante la Inquisición; fue enviado a la cárcel, y al fin
se retiró a la Iglesia protestante. Aquí su instrucción
espiritual siguió bajo influencias semejantes; pues tuvo
contacto con Slittier, el pietista alemán, y con los Hermanos
62 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
moravos. Por esto, de dos manantiales recibió
las mismas inspiraciones evangélicas; los mismos impulsos
misioneros.
¡En qué caminos tan sorprendentes son guiados
los que se entregan para seguir al Señor sin reserva! Los tales,
en lugar de ceñirse e ir donde quieren, son con frecuencia ceñidos
por el Espíritu y llevados donde no quieren. Gossner, como
pastor de la Iglesia de Belén en Berlín, tenía poca idea de la
carrera que estaba delante de él como un misionero fundador; y
cuando tres o cuatro artesanos vinieron a él, diciéndole de sus
ardientes deseos de predicar el evangelio, firmemente les rehusó
su aprobación. Sin embargo, prestó atención a su súplica, de
que al menos orara con ellos, y antes de saberlo, por su oración,
había llegado a simpatizar en sus aspiraciones. Luego empezó a
educarlos para el servicio misionero, permitiéndoles venir a él
después del trabajo del día, para recibir la instrucción bíblica
y doctrinal que más necesitaban. Así como la innovación de
enviar hombres sin preparación en una universidad o escuela teológica,
al campo extranjero le expuso a una crítica severa, así sucedió,
y aún más, con su determinación, tomada después de mucha
oración y prueba de fe, de enviarlos dependiendo sencilla y
solamente de Dios para proveer a su mantenimiento. Este fue el
característico de la Misión Gossner; y por medio de él, había
de dar impulso y confianza a muchos que habían de seguirle.
"Ro-
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 63
gad al Señor de la mies, que envíe obreros
para su mies", le parecía ser permiso suficiente, para
pedir y esperar los candidatos misioneros que necesitaba. Y ¿frustrósele
su confianza? Encuéntrese la respuesta a esta pregunta en el
hecho de que, principiando su nueva empresa en una edad en que
muchos pensarían justificable aflojar en sus trabajos, envió al
campo, ciento cuarenta y un misionerosdoscientos si hemos
de incluir las esposas de los que estaban casados haciéndose
responsable después de Dios, de la preparación y el
mantenimiento de toda la compañía. Y ¿honró Dios su confianza
con respecto a su subsistencia? Tocante a esto tuvo mucha osadía;
rehusó pedir a los hombres lo que tenía el privilegio de
demandar a Dios:
juzgando, como decía, que le convenía mejor
darse a la oración, antes bien que andar de casa en casa,
pidiendo. Y Jehová escuchó y oyó; y fue escrito libro de
memoria delante de él, de modo que al lado de su sepulcro
abierto pudo uno decir de él sin exagerar, que "por sus
oraciones fueron fundadas misiones, y misioneros aprendieron a
ejercer fe; por sus oraciones se abrieron los corazones de los
ricos, y le llegó oro, de las tierras más distantes."
Gossner creyó en el Espíritu Santo. Así como
por una unción clara del Espíritu, fue separado y santificado
para su obra, así permaneció en él esa unción hasta el fin.
Creyó que el Espíritu Santo era el Administrador de las
misiones. Por esto dependía más de la oración que
64 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
de la organización. Habiendo hecho todo lo que
podía, se sentaría en su pequeño cuarto confiando la obra
distante, a este divino Ejecutor, y rogándole a El que lo
dirigiera todo y lo dispusiera conforme a su propia voluntad."
En vez de un manual elaborado de instrucciones, puso en las manos
de sus misioneros esta comisión sencilla y conmovedora: "Creed,
esperad, amad, orad, arded, levantad a los muertos! ¡Perseverad
en la oración; luchad como Jacob! ¡Levantaos, levantaos,
hermanos míos! Viene el Señor, y a cada uno dirá, ' ¿Dónde
has dejado las almas de estos paganos? ¿Con el diablo?' ¡Oh!
buscad prestamente estas almas, y no entréis sin ellas en la
presencia del Señor."
El espacio nos impide narrar los resultados de
esta singular empresa misionera. Tuvo sus pruebas y sus derrotas;
pero tuvo también sus triunfos no excedidos. No se ha escrito un
capítulo más brillante en los anales misioneros, que la
historia de la Misión Gossner de los Khols de la India. Y cuando
consideramos la influencia de esta empresa en el estímulo de la
fe y la dependencia de la Cabeza de la Iglesia.Sí; esto
tenemos que discutirlo un poco más.
El Pastor Luis Harms fue el más notable
representativo de la escuela de misiones de fe. Como Gossner, era
un hombre de mucha cultura, pero como él también, se sentía
conmovido fuertemente a animar a los artesanos y agricultores,
hombres de poca educación, que hubieran experimentado un
llamamiento distinto,
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 65
a llevar a los paganos el evangelio. Nadie
aprobaba su idea; al contrario muchos hablaron en contra de él,
a causa de ella. Así fue que no tuvo otro recurso sino la oración
a Dios, y así fue llevado a aquel trabajo de decisión cuya
crisis él ha descrito tan vivamente: "Había tocado a las
puertas de los hombres y no se me habían abierto; sin embargo,
el plan era manifiestamente bueno y para la gloria de Dios. ¿Qué
había de hacerse? "El que corre derecho corre mejor."
Supliqué fervientemente al Señor, dejé el asunto en sus manos,
y al levantarme de las rodillas a media noche, dije en una voz
que casi me asombró en el aposento silencioso: '¡Adelante ahora,
en el nombre de Dios!' Desde ese momento ni un pensamiento de
duda entró en mi mente." Nunca se ha seguido un Pentecostés
invisible, por una siega espiritual más notable que la que se
vio en este caso. Teniendo por misioneros a los pobres paisanos
de su iglesia de Hermannsburg: agricultores, carpinteros, sastres
y trabajadores en metales envió el evangelio a los lugares
más distantes, sacando los fondos del tesoro del Señor, hasta
que, al fin de treinta años, había enviado al campo y mantenido
más de trescientos cincuenta misioneros; al fin de cuarenta años
había sacado de entre los paganos una iglesia de más de trece
mil miembros. "¿Ha sucedido alguna cosa tan grande como
esta, desde los días cuando la iglesia de Antioquía envió a su
Bernabé y a Saulo?" pregunta un historiador emi-
66 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
nente de misiones. ¿Quisiera el lector escudriñar
sus libros para saber sus métodos de colectar y los tesoros de
donde sacaba fondos? "Rogué al Señor Jesús que me diera
la suma que necesitaba", es el apunte sencillo que se ve de
continuo en sus libros, y el saldo de sus cuentas es igualmente
sencillo: "El año pasado, 1857, necesitaba para la misión
quince mil coronas, y el Señor me las dio, y sesenta más. Este
año necesitaba el doble de esta suma, y el Señor me ha dado el
doble y ciento cuarenta más."
Esta escuela de misiones de fe, de la cual
puede decirse que Gossner era el padre, es una en que harían
bien en estudiar todos los directores de misiones, ya se
propongan practicarla o no. La lección enfática e invariable
que enseña, es que un hombre o una iglesia, en unión viva con
Jesucristo, puede efectuar cosas mucho más grandes de las que
pueden hacer vastas combinaciones de cristianos que confían
principalmente en organizaciones. No se necesita sino poco dinero
para manejar esta clase de empresa misionera; pero se necesita
grande fe. Ejerciéndose ésta, parece que, conforme a una ley
invariable, los fondos ingresan justamente en la medida que se
necesitan.
Uno de los más dignos sucesores de Gossner y
Harms, que es el Rev. Juan Wilkinson, el fundador y director de
la misión Mildmay a los judíos, basando la declaración en su
propia experiencia, manifiesta así la doctrina de esta
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 67
escuela: "Si permitimos que el Señor haga
lo que quiera con nosotros y por nosotros, recibiremos la más
grande bendición y El recibirá la más grande gloria: y El
pagará todo el gasto de su propio trabajo. Si un amo envía a su
criado a una tienda a comprar alguna cosa con una peseta, le hace
responsable de la peseta, ¿hemos de pensar por un momento que
Dios no ha de pagar todo el trabajo que confiesa ser suyo?"
Leed la historia de esta misión para aprender lecciones
inspiradoras de fe y triunfo1. O estudiad la historia
de la Misión del Interior de China, dirigida por J. Hudson
Taylor, que es manejada según el mismo método2.
Depende solamente de la Cabeza de la Iglesia para reclutar
misioneros, y en respuesta a la oración, recientemente, recibió
y nombró cien misioneros en un sólo año; un aumento de gente
anual que ni una de nuestras sociedades misioneras, que
representan miles de iglesias, ha podido efectuar jamás. No
solicita fondos, ni aún indirectamente publicando los nombres de
los que contribuyen; no garantiza ningún sueldo especificado a
sus obreros, sino que los enseña a mirar directamente a Dios
para el sostenimiento. Pero, bajo estas condiciones, esta misión
sobrepuja a todas las demás en el campo, en el número de sus
obreros; de modo que
1. "Israel mi Gloria" (Cap. 13).
2. Véase el artículo "Misión Interior
de China" (Enciclopedia de las Misiones).
68 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
treinta y nueve sociedades operando en China,
representando todas, las más grandes y más fuertes
denominaciones protestantes, la Misión del Interior de China,
aunque una de las empresas más recientes, suple sin embargo, la
cuarta parte de todos los misioneros que trabajan en el imperio.
La sociedad del Pastor Simpson de Nueva York,
está desarrollando precisamente los mismos resultados, enviando
en este año más trabajadores que dos o tres veces los de
nuestras más grandes juntas misioneras combinadas.
Ya hemos trazado las misiones modernas hasta
sus orígenes. ¡Cuán extraordinario es que en cada caso hayamos
descubierto alguna forma de pietismo en la fuente de ellas!
Siempre un término de reproche, y no obstante hemos encontrado
que es madre de las misiones siempre que vuelven a nacer. ¿Qué
significará, pues, este término? Podemos responder, basándonos
en la historia, que estas dos palabras oprobiosas han sido
aplicadas constantemente a los pietistashan sido acusados
del "misticismo" y "milenarianismo1."
Desde el Barón Von Welz y Spener hasta Wesley y Harms casi todos
han sido censurados con estos términos. Pero volvemos a
preguntar ¿qué es la significación de estos términos? Si los
interpretamos por las verdaderas creencias de los pietistas, no
significan nada peor sino que estos hombres cultivaban la vida
espiritual y la mirada hacia arriba; que procuraban la plenitud
del Espíritu en sus co-
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 69
razones, y que esperaban la venida del Hijo del
hombre desde el cielo. En otras palabras, en medio de una Iglesia
mundana y una generación mala, se volvieron al cristianismo
primitivo y repitieron las escenas del primer capítulo de los
Hechos de los Apóstoles, mirando al cielo y oyendo decir a los
ángeles: "Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros
arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al
cielo"; y quedándose en el cenáculo para realizar la
promesa: "Recibiréis la virtud del Espíritu Santo que
vendrá sobre vosotros." ¡El Olivete y Jerusalem! Estos
fueron los puntos de partida para las misiones apostólicas; lo
han sido para todo movimiento misionero subsiguiente, y lo serán
hasta el fin.