DISCURSO III.
LA ADMINISTRACIÓN
DEL ESPÍRITU SANTO EN LAS MISIONES
"Cuando Cristo ascendió al Padre, envió
al Espíritu Santo que había de ser su Vicegerente en la Iglesia;
y mientras el Soberano reina en el cielo, reina en las almas
humanas su Virrey espiritual. Son correspondientes y correlativos
el uno al otro. 'Si yo no fuese, el Consolador no vendría', dijo
el Salvador antes de ascender. ¡Si él está ausente, entonces
el Espíritu está en la Iglesia; la ausencia del uno es la
presencia del otro; o dejadme decir mejor, que no hay ausencia,
ni distancia, ni partida ni separación! Cristo mismo es una cosa
con su Espíritu Santo, y con él mora en el corazón de su
cuerpo místico."Archer Butler.
III.
LA ADMINISTRACIÓN
DEL ESPÍRITU SANTO EN LAS MISIONES
Juntamente con la Gran Comisión de nuestro Señor:
"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura", está la gran promesa de nuestro Señor: "He
aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo." En esta promesa nuestro Salvador provee una extensión
de su personalidad en igualdad con la extensión de su Iglesia.
Dice en efecto: Tan plenamente como yo he estado con vosotros en
el punto de vuestra partida, "empezando en Jerusalem",
tan plenamente estaré con vosotros en todo punto a donde
llegareis, "hasta los confines de la tierra." Creo que
esto sea la verdadera explicación de las palabras del Salvador:
"Os es necesario que yo vaya; porque si yo no fuese, el
Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os le enviaré."
Por el ascenso de Cristo al Padre, y el descenso del Espíritu
sobre los discípulos, la Iglesia cambió la presencia del Señor
por su omnipresencia; de modo que mientras en tiempo de su
manifestación en la carne, podía estar presente en
74 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
un lugar solamente en un tiempo dado, en el
tiempo de su manifestación en el Espíritu, podía estar
presente en todos los lugares en todo tiempo. Y si bajo la
predicación del evangelio, dos o tres discípulos se reunían en
alguna parte de la tierra, su palabra les sería cumplida: "Allí
estoy yo en medio de ellos."
Y más que esto, promete no sólo estar
presente en todos los lugares, sino en todas las circunstancias.
"He aquí yo estoy con vosotros todos los días",
significa propiamente traducidoel "siempre", que
se refiere no a tiempo abstracto, sino que "todos los días",
se refiere a experiencias variadas: en los días alegres, y en
los días tristes; en los días de triunfo y en los días de
prueba; con vosotros, en toda la realidad y poder de mi
personalidad invariable.
Siendo esto así, podemos juzgar rectamente que
la dirección, consejo y ayuda que dio a sus discípulos
inmediatos, los dará a sus sucesores hasta el fin del siglo. En
otras palabras, nuestro Señor ordenó que las misiones fuesen
administradas de adentro, in perpetuum, por el Ejecutador
invisible pero todopoderoso, el Espíritu Santo. Que tal ha sido
el hecho constante, es lo que deseamos demostrar en este discurso.
La primera palabra en la historia de las
misiones entre los gentiles es: "Dijo el Espíritu Santo:
Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra para la cual los he
llamado" (Hech. 13:2). Dios envía embajadores; pero no
desea voluntarios en su obra. Y el Espíritu Santo, el
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 75
presente Administrador de la Iglesia comisiona
a los que escoge soberanamente, en lugar de reclutar a aquellos
que se juzgan idóneos para su servicio. La narración, pues,
continúa: "Y ellos enviados así por el Espíritu Santo,
descendieron a Seleucia; y de allí navegaron a Cipro."
No tenemos a ningún escritor inspirado que nos
narre la historia interior de las misiones modernas. Si lo tuviéramos,
¿quien duda de que veríamos repetida muchas veces esta idéntica
declaración? En la Iglesia de hoy hacemos los negocios del Señor
levantando la mano o votando de viva voz, no sabiendo ningún método
mejor de proceder. Pero el hecho extraordinario es, que muchos de
los más grandes misioneros han salido, no por el voto de la
Iglesia, sino contra la convicción de la gran mayoría.
Carey, en medio de la prueba de fe y la
esperanza retardada que atormentan el corazón, y que
caracterizaron sus primeros años en la India, no pudo olvidarse
por completo, que estaba allí por la persistencia de una
obstinada minoría de uno sólo, esto es de sí mismo, con los
pocos a quienes había él paulatinamente convencido de lo justo
de sus opiniones. Por esto nos dice que acostumbraba a menudo
leer las palabras de Isaías con las que al profeta le fue
mandado que consolara a los judíos cautivos: "Mirad a
Abraham vuestro padre; porque solo le llamé, y bendíjele, y
multipliquéle." "Me era una gran consolación",
escribió Carey, "que
76 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
Abraham era solo cuando Dios le llamó."
Esta es la referencia modesta del honrado misionero, a su
separación por la obra de predicar el evangelio entre los
paganos; y los acontecimientos probaron tan claramente que esa
separación era del Espíritu Santo, que el Dr. Ryland que al
principio se oponía a él, escribió después: "Creo que
Dios mismo infundió en la mente de Carey aquella solicitud por
la salvación de los paganos, la cual no puede ser justamente
atribuida a otro origen."
Raymund Lull procuró en vano la simpatía de
papas y prelados en su heroico proyecto misionero, y al fin tuvo
que salir como un heraldo solitario y no sostenido de la cruz,
entre los mahometanos. Ahora éste está tan plenamente
reconocido como hombre de gracia apostólica, que los
historiadores de las misiones no preguntan si oyó la voz del Espíritu,
sino que si no sería casi el único que la oyó, en aquel siglo
triste y mundano.
El Barón Von Welz fue reprochado de ser "un
soñador" cuando mentó la idea de ir a los paganos; y por
no hallar a ningunos en la iglesia luterana, que reconocieran su
llamamiento, fue consagrado por un pietista menospreciado: por
Breckling, el cual con oración y la imposición de las manos, le
apartó para ser "un apóstol a los paganos." ¡Qué
iluminación espiritual tan extraordinaria poseyó este hombre!,
dice el pueblo ahora, al escuchar sus súplicas fervientes
dirigidas a una generación que es-
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 77
taba completamente muerta para con las demandas
de las misiones1.
Guillermo Milnea, a quien dos veces le fue
negado el nombramiento por juntas que le examinaron, sin embargo,
constreñido del Espíritu fue a China como un criado, y después
llegó a ser uno de los más ilustres misioneros; Juan G. Paton
que no sólo tuvo que arrostrar la oposición de los tímidos,
sino oponerse al juicio enfático de su congregación, con
respecto a su misión peligrosa en las Nuevas Hébrides, --estos
son ejemplos de la soberanía de la ordenación del Espíritu. El
Espíritu Santo llama a los testigos misioneros; y cuando llama,
sus escogidos oirán, aunque una Iglesia y un clero mundano no
tengan noticias de su nombramiento. Dios no declara ninguna
preferencia por un ministerio laico; pero de continuo enseña,
que sin la ordenación del Espíritu, en vano los hombres imponen
las manos, y que con la ordenación del Espíritu, es un
misionero verdadero aquel en quien ningunas manos han sido
impuestas.
Hemos sido profundamente impresionados con la
extensión del Espíritu Santo, si se nos per-
1 La apelación de Von Welz contiene cuestiones
tales como éstas: ¿Es justo guardar el Evangelio para nosotros?-¿Es
justo que los estudiantes de Teología sean confinados a las
casas parroquiales? ¿Es justo que los cristianos gasten tanto en
vestir, comer y beber, y no tomen en cuenta la extensión del
Evangelio?
78 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
mite valernos del término. En la doctrina de
la sucesión actual, no sólo hay una especie de baratura y pequeñez,
sino especialmente el acortamiento del brazo del Espíritu, como
si el toque de consagración dependiera de la intervención de
algún eclesiástico visible. Al contrario, las manos del
Paracleto se han extendido con frecuencia al través de un siglo
o generación, para apartar un ministerio por la predestinación,
antes de que ningún obispo o presbiterio hayan pensado en
apartarle por la ordenación. ¡Cuán sencilla es la narración
de Alejandro Duff de su llamamiento misionero! "En un tiempo",
dice, "no tenía yo ningún cuidado ni interés con respecto
a los paganos; era el tiempo en que no sentía cuidado ni interés
con respecto a mi propia alma. Cuando, por la gracia de Dios, fui
inducido a pensar en el bien de mi propia alma, entonces empecé
a interesarme en los paganos en el extranjero. Entonces solo, y
de rodillas, dije a Dios: 'Señor, tú sabes que plata y oro para
dar a este causa no los tengo; lo que tengo te lo doy. Te ofrezco
a mí mismo; ¿te dignas aceptar el don?' " Escuchamos esta
narración, y luego leemos la historia de los antepasados
espirituales de este misionero: Durante la generación que le
precedió, el Espíritu Divino obró, por medio de Wesley y Simeón,
tocando la parroquia obscura donde había de nacer él, predestinándole
mucho antes de que se consagrara a sí mismo; y claramente oímos
al
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 79
espíritu decirle: "Yo te ceñí antes de
que me conocieras1."
Pero no quisiéramos enfatizar exclusivamente
el lado divino del llamamiento del misionero, como si el Espíritu
Santo en su gobierno de la Iglesia, fuera un soberano absoluto,
no permitiendo ninguna voz ni participación de parte del Cuerpo
de Cristo. Aquí, como en todas partes, hay una maravillosa
relación entre lo divino y lo humano. "Dios nos traba según
que trabamos nosotros de él", dice el Arzobispo Leighton.
Así, Dios llama a sus ministros porque la Iglesia le suplica que
le dé ministros. Los dones soberanos son por lo regular dados en
respuesta a oraciones. "El que también subió . . . y el
mismo dio unos, ciertamente apóstoles; y otros profetas; y otros
evangelistas; y otros, pastores y doctores." Este es el lado
divino del asunto. "Rogad, pues. al Señor de la mies, que
envíe obreros para su mies." Este es el lado humano. Y es
profundamente interesante observar cómo se ajustan estas dos
condiciones la una a la otra en la inauguración de las misiones,
como la encontramos narrada en el capítulo trece de los Hechos.
Fue después de haber ministrado al Señor y ayunado unos de la
Iglesia de Antioquía, cuando dijo el Espíritu Santo: "Apartadme
a Bernabé y a Saulo." Y fue después de haber estos "ayunado
y orado"
1. Véase "Vida de Alejandro Duff" (por
George Smith, L.L.D. Vol. 1), páginas 1-3.
80 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
cuando fueron estos ministros "enviados así
por el Espíritu Santo." Así el Espíritu y la Esposa
cooperan, y deben siempre cooperar en esta grande empresa. ¡Cuánta
necesidad hay de que la Iglesia vuelva a aprender esta lección!
Las promesas de Dios son sus provisiones. Cristo no podría
habernos dicho que le pidiéramos obreros sin que, por el mismo
hecho, se comprometiera a enviarnos los tales obreros. Y donde
quiera, en la historia de las misiones modernas, así como en la
de las misiones apostólicas, la Iglesia con fe unánime ha
apelado a este recurso para su provisión. De nuevo, en el lugar
en que se estaba orando, ha temblado, y el Espíritu ha caído
sobre el evangelista divinamente escogido.
El Rev. Dr. Cox en su historia de la Misión
Bautista Inglesa, relata una anécdota en conexión con la obra
de Guillermo Carey, que ilustra de una manera notable nuestro
punto:
Fue mientras Carey estaba casi solo en la India,
y deseando mucho otro misionero para que trabajara en la isla
Amboyna, cuando se reunió en Londres la convención anual de la
Sociedad Bautista Misionera. Durante la sesión, Andrés Fuller y
el Dr. Ryland habían predicado. En su discurso, éste observó
que el Dr. Carey tenía a dos de sus hijos, Félix y Guillermo
consagrados a la misión. "Pero", dijo él, "hay
otro que le causa aflicción; aún no se ha vuelto al Señor."
Luego, deteniéndose de una manera solemne, mientras las lágrimas
corrían abun-
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 81
dantemente de sus ojos, exclamó con una voz
que parecía expresar toda la emoción de su alma. Hermanos,
hagamos una oración unida, universal y ferviente a Dios, por la
conversión de Jabez Carey." Como si el Espíritu Santo
hubiera caído de repente sobre la asamblea, toda la congregación
de al menos dos mil personas, se puso a interceder
silenciosamente. ¿Pensamos que el Señor habló en vano cuando
dijo, "Rogad, pues, al Señor de la mies"? Una de las
cartas que se recibieron después dio la nueva de la conversión
de este hijo, que hasta este tiempo había afligido mucho a su
padre por su aparente disgusto de la religión"; y el tiempo
de su despertamiento, como se supo después, era casi exactamente
la hora de esta intercesión memorable. Inmediatamente después
de su conversión, se presentó para el servicio misionero en
Amboyna, y poco después el Sr. Carey, con dos de sus hijos, Félix
y Guillermo, se unieron para imponer las manos sobre el tercero.
"Confío", dijo el buen padre, en "que esto será
motivo para alabanzas eternas. ¡Engrandeced a Jehová conmigo, y
ensalcemos su nombre a una! A mí el Señor me ha sido muy
bondadoso, veo que todos mis hijos aman al Señor; y tres de los
cuatro, están actualmente ocupados en la importante obra de
predicar el evangelio entre los paganos; dos de ellos en nuevos
países."
Hemos hablado de la obra del Espíritu Santo de
llamar y enviar misioneros. No menos extraordinaria es su acción
de restringir, como
82 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
lo hallamos narrado en el capítulo décimo
sexto de los Hechos. Allí se dice que Pablo y sus compañeros
fueron prohibidos por el Espíritu Santo, de hablar la palabra en
Asia"; y otra vez que "tentaron de ir a Bitinia; mas el
Espíritu no les dejó."
¡Qué evidencia tan notable de la administración
divina se exhibe en esto! Dios sabe los puntos estratégicos en
la gran campaña, y no deja de conducir a sus misioneros hacia
ellos;
pero no menos reconoce la posición
invulnerable en la línea del enemigo, y detiene a sus fuerzas de
hacer ataques impetuosos sobre ella. Nadie puede explicar del
todo por qué les fue prohibido a los apóstoles hacer el viaje
que tenían proyectado a Bitinia. Basta que estemos seguros de
que el tiempo no había llegado y la oportunidad no estaba aún
madura, para predicar con éxito la palabra, en esta dirección.
Podemos suponer que en la operación del día
presente, y en nuestro propio siglo, el Espíritu de Dios ha
guiado y restringido de la misma manera. Observemos varios
ejemplos en que parece que este fue notablemente el caso.
Ningún misionero del siglo apostólico fue más
señaladamente guiado y restringido por el Espíritu Santo, que
Adoniram Judson. Tan distintamente como reconocieron Bernabé y
Saulo su separación para la obra de Dios, tan claramente también
supo el joven Judson, que fue nombrado por el Espíritu Santo,
para el ministerio de la Palabra entre los paganos. De modo
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 83
que cuando le fue comunicado por su padre aquel
llamamiento lisonjero de que se hiciese pastor asociado con el Dr.
Griffin en el ministerio de la iglesia de la calle de Park, que
era entonces "la iglesia más grande de Boston", y
cuando la familia le instaba manifestándole las ventajas del
puestosu proximidad a su casa y sus amplias oportunidadesrespondió
con calma, "Mi trabajo no puede estar aquí, sino allí."
Y cuando su madre y hermana, con muchas lágrimas, le recordaban
los peligros de una tierra pagana, contrastándolos con las
comodidades del campo doméstico, volvió a verificarse la
antigua escena. "¿Qué hacéis llorando y afligiéndome el
corazón?, porque yo no sólo estoy presto a ser atado; más aún:
a morir en la India por el nombre del Señor Jesús." Por
tener tanto celo y abnegación, parecía una crueldad que cuando
tentó de ir a la India, el Espíritu no le dejó. Porque así
sucedió en la disposición de la Providencia Divina. Llegó a
Calcuta en el verano de 1812 lleno de ardor, para predicar el
evangelio; pero recibió órdenes perentorias del gobierno Británico,
de que dejara el país inmediatamente y volviera a América.
Triste de corazón, la pequeña compañía volvió a la Isla de
Francia, admirada de que le fuese tan violentamente cerrada la
puerta que le había parecido tan grande y eficaz. Pero con una
determinación invencible, volvieron a la India, llegando a
Madras en Junio del año siguiente. De nuevo fracasó su propósito
y de nuevo les
84 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
fue ordenado que se fuesen del país; y
obligados a irse, con corazones tristes huyeron a Rangún, a un
lugar que Judson había declarado que miraba con la más grande
aversión, como campo misionero. Allí se le permitió que se
quedara, pero sólo para encontrar que prisiones y tribulaciones
le esperaban. "¡Cuán misteriosos son los caminos de Dios!"
debe haber exclamado muchas veces.
Pero todo esto es claro, ya que los hechos del
apóstol a Birmania, han sido interpretados a la luz de la
historia subsiguiente. Judson fue prohibido por el Espíritu de
entrar en la India, porque Dios le había destinado para la
Birmania. Allí entre sus tribus salvajes, había un pueblo
apercibido, aparejado al Señor. Los karenes se habían por
siglos acordado de la tradición de que maestros blancos se
aparecerían antes de mucho entre ellos, trayendo el Libro de
Dios. Cuando llegó semejante maestro, prestaron el oído
gustosamente a su mensaje. Ko-Thah-Byu, un esclavo karen
rescatado, fue el primer natural del imperio de Birmania que
aceptó el evangelio: y llegó a ser el principal evangelista de
sus compatriotas menospreciados y oprimidos. Tales han sido los
resultados de la predicación del evangelio entre su pueblo, que
se ha dicho bien. que la misión karense "en la intensidad
del interés y la medida de éxito, apenas ha sido igualada por
otra alguna, en los tiempos modernos." La Iglesia de la
calle de Park en Boston, cuyo llamamiento el Espíritu cons-
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 85
triñó a Judson a rehusar, hace setenta y
cinco años, es todavía una gran organización, que tiene tal
vez mil miembros; pero la Iglesia de Birmania que ese mismo Espíritu
indujo a Judson para que la fundara, tiene hoy treinta mil
comulgantes, con una gran compañía además de los que han
dormido. Y tal es el carácter de la obra hecha allí, que no sólo
ha admirado a los escritores sobre misiones, sino que ha merecido
la recomendación especial del gobierno británico. Porque en el
informe de la Administración de la Birmania Británica del año
1880-81, después de mentar el hecho de que había entonces
"cuatro cientos cincuenta y una parroquias de karenses
cristianos" en conexión con la misión, "la mayor
parte de los cuales sostienen su propia escuela parroquial y
pastor nativo, y muchas de las cuales contribuyen con sumas
considerables para la obra misionera", agrega "que
estas comunidades cristianas karenses, son mucho más
industriosas, mejor educadas y obedientes a las leyes; de modo
que el gobierno británico tiene una gran deuda con los
misioneros americanos bajo quienes este cambio se ha obrado."
¡Cuan notable es la expresión de Pablo a los
ancianos de Efeso "Mirad por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos." Tan distintamente se
reconoce la dirección del Espíritu en la Iglesia, que se da a
entender que escoge al pastor para cada grey,
86 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
así como le dirige en su trabajo en ella.
Nunca ha habido un ejemplo más señalado de semejante
nombramiento, que éste que acabamos de citar. A pesar de
llamamientos y propósitos contrarios, Dios puso su dedo en un
punto cierto y definido del globo, y por su Espíritu y
Providencia, forzó a su siervo Judson a ir allí, para alabanza
de la gloria de su nombre, y para la salvación y acercamiento de
toda una nación a Dios. El período de nacimiento de la misiones
modernas está lleno de ejemplos como este que acabamos de citar.
El año siguiente del que Judson fue forzado a irse de la India,
otro misionero se encontraba en camino para África. En 1815
Bernabé Shaw llegó a la ciudad del Cabo con sus planes todos
madurados para predicar allí el evangelio del Hijo de Dios. Pero
el gobierno de los Holandeses en África, era tan hostil a los
esfuerzos misioneros como lo era el gobierno de los ingleses en
la India. El Sr. Shaw fue prohibido perentoriamente de predicar
el evangelio en el campo que había escogido, y con amargura de
espíritu tuvo que volver sus pasos a otra parte. ¡Extraña
providencia! podría uno exclamar; pero más extraña todavía es
la providencia que se narra en el capítulo siguiente de la
historia de este misionero.
¿Recordamos la historia de los viajes del arca
de Dios después de que fue tomada por el enemigo?, ¿cómo
cuando los filisteos querían enviarla de su país y no sabían cómo
hacerlo, y los
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 87
sacerdotes les dijeron que la colocaran sobre
un carro nuevo, y engancharan dos vacas que estaban criando, para
que la sacaran? Y así lo hicieron, encomendando la temible arca
a las dos vacas, que la llevaron por el camino hasta que los
hombres Beth-semitas la vieron venir y se holgaron por su venida?
Así sucedió literalmente con el arca del nuevo pacto cuando, al
principio de este siglo, fue llevada a África; porque Bernabé
Shaw, siendo prohibido de predicar el evangelio en la Ciudad del
Cabo, compró una yunta de bueyes y un carro, y colocando sus
bienes en el carro, él y su esposa se sentaron en él, y
volviendo las cabezas de los animales hacia el interior del país,
no sabían a donde iban. Así viajaron día tras día, hasta que
hubieron caminado tres cientas millas. El día vigésimo séptimo
acamparon para pasar la noche. Entonces descubrieron una compañía
de hotentotes que se había detenido cerca de ellos. En comunicándose
con ellos, supieron para su admiración que esta banda de paganos
encabezada por su jefe, iba a la Ciudad del Cabo en busca de un
misionero que les enseñara "La Gran Palabra", como
ellos la llamaban. Si la una compañía, o la otra, hubiera
empezado el viaje medio día más temprano o más tarde, no se
habrían encontrado; pero como sucedió, en el momento propicio,
y ese momento se vio después que era una coyuntura de la
Providencia, como rara vez ha acontecido en la historia de la
Iglesia de Dios. ¿Qué es esto sino un capí-
88 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
tulo moderno de los Hechos de los Apóstoles?
Felipe ha vuelto a encontrar el hombre de Etiopía en el desierto;
y de nuevo ha abierto el Espíritu de Dios, el corazón del
oyente, preparándolo para el mensaje del predicador.
Estos son ejemplos notables; otros podrían
citarse si tuviéramos tiempo para considerarlos. Guillermo Carey,
conmovido por los informes traídos por el Capitán Cook de las
Islas Pacíficas, alentó en su corazón el propósito de ir a
Tahití, si alguna vez le fuese permitido hacerse misionero de la
cruz. Fue estorbado por el Espíritu, y enviado a la India. Y ¿podríamos,
si nos hubiera incumbido colocarle, guiados por toda la luz de la
historia subsiguiente, haber escogido un punto más
verdaderamente estratégico, considerando el extraordinario
ingenio que desarrolló como lingüista, y el trabajo que había
de hacer como uno de los primeros que se dedicaron a la traducción
de la Biblia? David Livingstone, mientras estudiaba en la
universidad, escogió todos sus estudios e hizo sus planes para
la verificación de su caro propósito de ir a China como
misionero médico; pero el Espíritu le arrebató y fue hallado,
no en China, sino en el África Meridional. Pero aun allí no se
le permitió seguir a ningún guía humano; porque a pesar del
juicio y contra los consejos de la sociedad que le había enviado,
dejó su estación a que había sido nombrado, que era Kuruman, y
penetró en el interior, constreñido por el impulso irresistible
del Espíritu Santo.
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 89
Cuál fue el resultado, todo el mundo lo sabe.
Que vindique su carrera, que muchas veces parecía a sus amigos
inestable y errática, el sumario de su vida que está inscrito
en su sepulcro en la Abadía de Westminster. Aquel epitafio dice
así: "Durante treinta años gastó su vida en esfuerzos
incansables de evangelizar las razas nativas, para explorar
secretos encubiertos, y abolir el comercio de esclavos que
desolaba al África Central, donde, como sus últimas palabras,
escribió: 'Todo lo que puedo decir en mi soledad es, que
desciendan las más ricas bendiciones sobre cada uno, sea
americano, inglés o turco, que haya ayudado a sanar este llaga
abierta del mundo.' " Y podemos añadir que aun la pérdida
de él en medio del Continente Obscuro, constituyó una de las
ganancias indecibles de la causa misionera, siendo la busca de él
por Stanley no otra cosa sino la exploración preparatoria para
un nuevo esfuerzo evangélico; y su muerte sobre las rodillas
junto al lago Bangweolo valió más para las misiones, que
millones de oro.
Hemos hablado de la acción restringidora del
Espíritu. Permítasenos hablar más, de su acción como
quebrantador de precedentes. Es un párrafo muy importante, el
del capítulo décimo de los Hechos y versículo décimo séptimo:
"Y estando Pedro pensando en la visión, le dijo el Espíritu:
He aquí, tres hombres te buscan." Aquellos tres hombres
llevaban el mandamiento de Dios por medio de Cornelio, para la
apertura
90 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
de la puerta del reino del cielo a los gentiles.
Para obedecer el mandamiento era necesario quebrantar las
distinciones de casta, de carácter más rígido. Y así fue que,
aunque Pedro obedeció, iba con esta reserva en los labios:
"Vosotros sabéis que es abominable a un varón judío
juntarse o llegarse a extranjero." Pero mientras iba,
entraba poco a poco en su mente, que Dios no hacía acepción de
personas, y que ya estaba para derribarse la pared intermedia de
separación entre judío y gentil. Y mientras en obediencia al
Espíritu predicaba la Palabra a Cornelio y los de su casa, dice
la historia que, "El Espíritu Santo cayó sobre todos los
que oían el sermón; y se espantaron los fieles que eran de la
circuncisión, que habían venido con Pedro, de que también
sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo."
¿Podría esta escena repetirse en la historia
de las misiones modernas? ¿Habrá vuelto a verificarse semejante
cosa en nuestros días? Escuchad un capítulo en los hechos de
los apóstoles modernos.
La Misión de la Estrella Solitaria en la India,
había esperado mucho, pero en vano, el éxito, hasta que, después
de treinta años de trabajos fieles, pero infructuosos, se
consideraba seriamente la proposición de abandonar el campo.
Hace veinte y cinco años que Juan E. Clough fue comisionado para
ir a Ongole para encargarse de esta obra desesperada. Poco después
de empezar su trabajo apareció un presagio
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 91
brillante. Varios brahmanes de alta casta habían
expresado su voluntad de oír más, acerca del cristianismo, y
habían dado a entender que si se abría una escuela, enviarían
a sus hijos para recibir instrucción y contribuirían con dinero
para mantenerla. El corazón del misionero se llenó de gozo por
esta indicación de que al fin la prosperidad empezaba a amanecer
sobre la misión. Pero justamente en este punto, cuando la
esperanza resucitaba, sucedió una circunstancia difícil. Vino
del campo una compañía de Telegus pidiendo el bautismo.
Habiendo oído la Palabra de los labios de los misioneros, y
habiendo creído para vida, ya deseaban hacer confesión pública
de su fe en Cristo. Cuando llegó a saberse su bautismo en la
ciudad, fue creada grande repulsión en los corazones de los
brahmanes. "¿Qué?" exclamaron ellos, "¿no sabéis
que es cosa ilícita para nosotros juntarnos con éstos que son
proscritos? Si nos llegáramos a ellos, quebrantaríamos nuestra
casta y nos haríamos inmundos. No debéis tener nada que ver con
esta gente, si espera enseñar a nuestros hijos o recibir nuestra
ayuda en su trabajo." Oyendo esto el misionero ardiente, se
puso tan perplejo como lo estaba Pedro cuando se le presentó por
primera vez la cuestión de asociarse con los incircuncisos. Pero
la voz del Espíritu podía hacerse oír tan distintamente por el
apóstol a los Telegus, como por el apóstol a la circuncisión.
Estando el misionero y su esposa muy agitados y afligidos
92 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
por este nuevo aspecto del negocio, buscaron el
consejo del Señor, El Dr. Clough había acudido a la Biblia para
encontrar consuelo e instrucción, cuando, sin pensar en buscar
ningún pasaje especial, he aquí, el libro se abrió solo en el
primer capítulo de la Primera Epístola a los Corintios, y sus
ojos vieron estas palabras:
"Porque mirad, hermanos vuestra vocación,
que no sois muchos sabios según la carne; no muchos poderosos,
no muchos nobles: antes lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para
avergonzar lo fuerte; y lo vil del mundo, y lo menospreciado
escogió Dios; y lo que no es, para deshacer lo que es: para que
ninguna carne se jacte en su presencia."
Mientras el buen misionero meditaba en estas
palabras con no poca sorpresa, ¡cuánto se aumentó su asombro
cuando su esposa, entrando desde otro aposento donde había
estado buscando el consejo del Señor, le extendió una Biblia
abierta, con el dedo en las mismas palabras. Este texto le había
sido dado, exactamente de la misma manera que a su esposo, y no
dudando, lo aceptaron como la voz del Espíritu Santo.
Y emprendieron con mucho celo el trabajo entre
los Telegus menospreciados, y conforme a los métodos evangélicos
más agresivos. El texto áureo del evangelio: "De tal
manera amó Dios al mundo", se hizo resonar entre este pobre
pueblo, aunque semejante procedimiento les costara la pérdida de
las buenas opiniones y las
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 93
ofertas buenas de los de alta casta. Pero el
resultado de obedecer la vos de Dios, era exactamente el mismo
que cuando Pedro abrió la puerta del evangelio a los gentiles:
"El Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la
palabra." Pronto principió un avivamiento de extensión y
poder sin igual, en la historia de las misiones modernas. Y
cuando en el año de 1878 fueron recogidas las primicias de este
avivamiento, dos mil doscientos y veintidós creyentes fueron
bautizados en un solo día, y en una sola compañía; y antes de
acabarse ese año, más de mil discípulos habían sido añadidos
a la Iglesia, habiendo sido hecho en todo caso, el examen más
estricto de la evidencia que presentaba el candidato, de haberse
experimentado la regeneración. Ni se acabó este Pentecostés
moderno en un solo año. El avivamiento ha seguido sin ninguna
disminución permanente, de modo que el informe del año que
acaba de pasar, el de 1891, manifiesta una adición de casi doce
mil discípulos telegus a la Iglesia de Dios. Y el éxito en ese
campo especial, no ha sido el único resultado de este
avivamiento espiritual. "El Testigo Indio", publicado
por el Obispo Thoburn de la Iglesia Metodista, declaró
recientemente que la obra del Dr. Clough y sus compañeros en la
tierra de los Telegus, ha cambiado la entera política misionera
de la Indiauna observación que indica, lo que hemos oído
confesar repetidas veces por misioneros en aquel país. que habían
dependido, demasiado, hasta entonces, de la
94 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
educación, y que habían dado demasiada
importancia a la obra de influir en la mente del brahmán sutil y
metafísico. Si es así, hacemos bien en regocijarnos por el
cambio del método misionero; porque la historia del cristianismo,
desde el primer día hasta ahora, ha demostrado que el orden
divino es el de empezar a trabajar en el estrato más bajo de la
sociedad, para llegar después al más alto, y no principiar con
el más alto para influir después en el más bajo. Dios no ha
desechado a los ricos y nobles del reino de los cielos; pero
parece ser su plan salvarlos por vía de los pobres y
menospreciados. Y hay un motivo para este orden de trabajar que
no es difícil de descubrirse. Los hombres más viriles y puros,
se encuentran con frecuencia entre las tribus salvajes y
proscritas de los paganos como los karenes y telegus. Una vez
sojuzgados por el evangelio, son muy dados a hacer sojuzgaresevangelistas
agresivos que no pueden ser reprimidos. Además de esto, acordémonos
de que las dos clases de la sociedad están cambiando lugar de
continuo. Así como el agricultor, metiendo su arado en el suelo
saca a la superficie la capa del fondo, así en los trastornos de
la Providencia, las clases ínfimas de ayer llegan a ser las
clases altas de hoy. Por esto. la manera más directa para que el
evangelio suba, es que se meta hacia abajo. Los pecadores
judaicos se salvan antes que los sacerdotes judaicos; los
esclavos romanos antes que los emperadores romanos; los
proscritos pa-
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 95
ganos antes que los paganos de alta castaeste
es siempre el orden divino, de salvar por el evangelio.
El último capítulo de esta historia telegu,
es justamente lo que podríamos esperar. Con motivo de la vuelta
reciente del Dr. Clough a América los bramanes de alta casta y
los mahometanos de su ciudad, le dijeron un discurso de despedida,
tal como pocos misioneros según creemos, hayan escuchado jamás;
y en su memorial escrito, así como en sus discursos de despedida,
dieron testimonio del gran beneficio que había hecho a su patria,
elevando y bendiciendo a su pueblo. Y así es como la luz que cayó
en el valle, ha dorado al fin las cumbres de las montañas. Así
ha de ser siempre en los últimos capítulos de las conquistas
misioneras.
Hasta aquí hemos seguido el paralelo entre el
primitivo Hechos de los Apóstoles y el moderno. Podemos seguir
adelante aplicando a la obra misionera en los tiempos modernos,
las palabras de la Santa Escritura: "Testificando juntamente
con ellos Dios, con señales y milagros, y diversas maravillas, y
repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad?"
Al hacer esta pregunta nos confrontan
inmediatamente con la declaración; "el siglo de milagros se
acabó con los apóstoles." No podemos ahorita considerar la
verdad o la falsedad de este dicho, sino que diremos que el hecho
es negado intrépidamente por muchos eminentes historiadores
eclesiásticos, y la teoría es dese-
96 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
chada osadamente por muchos teólogos hábiles.
En esta ocasión nos restringimos estrictamente al campo
misionero.
El finado Profesor Christlieb de Bonn, en una
de las más originales e interesantes discusiones de milagros que
conocemos, ha considerado esta cuestión extensamente. Dice así:
"La obra misionera está más extendida
que nunca antes. En esta región, pues, conforme a nuestra regla
anterior, no debería haber una carencia entera de milagros. Ni
la hay. No podemos, pues, admitir la proposición de que ningunos
milagros se verifican en nuestros días. En la historia de las
misiones modernas, encontramos muchos acontecimientos
maravillosos que nos recuerdan inequívocamente del siglo apostólico.
En los dos períodos hay estorbos semejantes que tienen que
vencerse en el mundo pagano, y confirmaciones semejantes,
palpables, se necesitan para convencer los sentidos embotados de
los hombres. Podemos, por lo tanto, esperar milagros en este caso."
Habiendo asentado esta proposición, procura
probarla citando un gran número de ejemplos de los informes
misioneros de la Iglesia moderna. A menos que quisiéramos dudar
la veracidad de muchos testigos bien probados por su piedad y
devoción misionera, apenas podemos negar que el eminente teólogo
alemán haya probado su declaración. Los que han leído la
historia de las misiones moravas, saben que abundan en ejemplos
de esta clase, especialmente en casos
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 97
de curación divina del cuerpo. Si los milagros
son una lección objetiva para convencer a aquellos que no puedan
aún leer la letra más fina de la Palabra inspirada, y si, como
afirma Christlieb, se necesitan todavía "confirmaciones
palpables" para reforzar las declaraciones escritas de la
Palabra de Dios, ciertamente no es inconcebible que señales
supernaturales sean testificadas en los campos paganos,
especialmente las que se hacen para sanar enfermedades corporales.
La enfermedad es el hecho universal de la vida humana. Los
paganos pueden negar sus pecados; pero no pueden negar sus
enfermedades. Y las dos condiciones están tan relacionadas que,
así como en el ministerio de nuestros Salvador, así en el
ministerio de nuestro misionero moderno, la convicción es
universal de que el cuerpo enfermo y el alma enferma, debieran
ser ambos influidos, por el evangelista. Por esto se hallan
misiones médicas, hospitales, y enfermerías en donde quiera que
se haya encontrado rastro del heraldo cristiano. Pero el Gran Médico
¿habrá él dejado completamente su práctica en este mundo? ¿Habrá
confiado enteramente su oficio de sanar, a los doctores humanos?
Opinamos que no, especialmente por estar siempre presente en la
Iglesia el Espíritu Santo, el Cristo actual, con poder y simpatía
no menguados. No puede negarse que los paganos son poderosamente
impresionados por lo que ven. Cuando Jehová desnuda el brazo
ante los ojos de las gentes, el salvaje es asombrado,
98 EL ESPÍRITU
SANTO EN LAS MISIONES
mientras el muy civilizado cristiano, se pone
luego a cubrir aquel brazo con los vestidos decentes de causa y
efecto, por temor de que nuestro siglo científico sea
escandalizado por un milagro palpable1. [El autor no
habla aquí de la existencia de los dones como existieron en
tiempos apostólicos, ni apoya los fraudes que se extendieron
posteriormente en el siglo XX con el surgimiento del movimiento
carismático].
Volvamos de nuevo a los Hechos de los Apóstoles,
y traigamos a la memoria un bien conocido ejemplo de una operación
del juicio del Espíritu Santo. Elimas el encantador, está
resistiendo a los apóstoles, procurando apartar de la fe a los
oyentes. "Entonces Saulo", así dice la historia,
"que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, poniendo
en él los ojos, dijo:
Oh, lleno de todo engaño y toda maldad, hijo
del diablo, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de trastornar
los caminos rectos del Señor? Ahora pues, he aquí, la mano del
Señor es contra tí, y serás ciego, y no verás el sol por
tiempo. Y luego cayeron en él, oscuridad y tinieblas; y andando
alrededor, buscaba quién le condujese por la mano" (Hech.
13:9-11).
Así se narra un milagro memorable de juicio.
¿Sería menos que un milagro, si sucediera en nuestros tiempos?
O, para expresarlo de otro
1. Los que han estudiado el testimonio de la
Historia Eclesiástica, acerca de la continuación de los
milagros, no juzgarán demasiado fuertes las palabras del
Profesor Pfleideser, quien llama a la afirmación de que los
milagros cesaron con el siglo apostólico, "la
extraordinaria suposición del dogmatismo protestante", y un
postulado que la historia y la experiencia contradicen
continuamente (Paulinism. Vol. 1, página 232. Nota).
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 99
modo, ¿qué nombre daríamos a su exacto facsímil,
cuando sucediera bajo el ministerio de algún misionero moderno?
El Rev. Isaac D. Colburn, misionero por veinte
años en Birmania, ha escrito a mi súplica, el siguiente
incidente. Sucedió en conexión con su propio trabajo, y declara
él, que muchos que lo vieron, viven todavía; que merecen ser
creídos; y dan testimonio de su verdad.
Una compañía de cristianos nativos, en el
distrito de Thongzai en la Birmania Británica, se había reunido
en las orillas de un estanque para presenciar el bautismo de
varios discípulos. Las rocas y cerros en derredor estaban
cubiertos de espectadores, que se habían congregado de toda la
región. Cerca del agua estaban un padre y su hijo, el primero de
los cuales se había hecho conspicuo por una oposición amarga al
evangelio, y por los grandes esfuerzos para persuadir a sus
vecinos paganos de que no se hiciesen cristianos. Mientras el
pastor nativo abría los servicios al lado del estanque, este
pagano le interrumpió con el lenguaje más blasfemo, acompañado
de toda clase de ademanes obscenos y demostracionas lascivas. El
predicador le reprendió repetidas veces; pero sus palabras no
hicieron más que incitarle a maldades más flagrantes.
Luego el padre y el hijo se quitaron la ropa y
se arrojaron desnudos al agua; y como el pastor estaba para
bautizar a un discípulo, el viejo pagano caricaturizó la
ceremonia, tomando
100 EL
ESPÍRITU SANTO EN LAS MISIONES
a su hijo por los talones, sumergiéndole
varias veces en el agua, y pronunciando sobre él la formula
bautismal, uniendo el nombre de la Trinidad con las blasfemias más
horribles, de modo que los servicios fueron completamente
interrumpidos.
Parado en la orilla del estanque, entre la
compañía de cristianos, estaba un evangelista karén llamado
Sau Wah. Antes de su conversión había sido un jefe poderoso, un
guerrero célebre, y un opositor muy temido del evangelio. Desde
que se había hecho un discípulo humilde de Cristo, con toda su
alma se había dedicado a persuadir a sus compatriotas a que
aceptasen a aquel Salvador a quien antes odiaba. Con un ademán
severo e imponente Sau Wah se levantó y mandó que se hiciese
silencio. Luego volviéndose al viejo en el agua dijo: "Oh
lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo
de toda justicia, ¿no cesarás de trastornar los caminos rectos
del Señor? Los cristianos que presenciaron la escena, afirman
que, mientras hablaba, el Espíritu Santo parecía caer sobre la
asamblea, con terrible poder e impresión. Los perturbadores,
como si hubieran sido de repente heridos de terror, huyeron del
agua, y corrieron cuesta arriba. Pero antes de alejarse muchos
metros, los dos cayeron, cuan largos eran, en la tierra. A la
conclusión del servicio, los cristianos los alzaron y los
llevaron a la villa. El padre ya había muerto, y aunque el hijo
después recobró el sentido, el
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS
MISIONES 101
golpe fue fatal, y en unos pocos meses, siguió
a su padre al sepulcro.
¿Quién puede, con razón, dudar que esto era
un juicio directo de Dios en el pecado contra el Espíritu Santo?
Y ¿podemos admirarnos de que de nuevo se escribiera que "Cayó
temor sobre todo el pueblo"?
La presencia del Paracleto en el cuerpo de
Cristo en la tierra, es un hecho muy importante. Determina luego,
la fuerza del cristiano y el pecado del perseguidor. La muerte de
Ananías y Safira, no fue un castigo del crimen de mentir
solamente, sino de la blasfemia contra el Espíritu Santo. "¿Por
qué ha llenado Satanás tu corazón a que mintieses al Espíritu
Santo? . . . No has mentido a los hombres, sino a Dios." La
Iglesia no es sencillamente una compañía de cristianos unidos
en una fe y práctica comunes; es "la morada de Dios por el
Espíritu." Los hombres, pues, no pueden tocar a Dios en
ninguna parte tan directamente como por su violencia y
maledicencia contra su Iglesia Y por ser la Iglesia perpetuamente
habitada por el Espíritu, no puede saber nada de decrepitud o
declinación en sus poderes sobrenaturales. Ni es concebible que
sus poderes expiraran por limitación, cuando los apóstoles
acabaron su obra. No es cuestión de la edad de la Iglesia, sino
de la soberanía del Espíritu. "Según los opositores de
los milagros, Dios no osa moverse ahora. Está encarcelado en las
leyes de la naturaleza. Pero ¿quién le encarceló allí? Segu-
102 EL
ESPÍRITU SANTO EN LAS MISIONES
ramente no fue él mismo." Así decimos
nosotros; y si en lugar de "las leyes de la naturaleza"
substituyen los límites del tiempo y nos dicen que los milagros
del Espíritu Santo están estrictamente limitados al siglo de
los apóstoles, preguntaremos, "¿Quién los limitó allí?"
La Gran Comisión los abraza en sus términos. Y hasta que haya
expirado la Gran Comisión, no estemos demasiado seguros, de que
las señales mencionadas que siguen a aquella Gran Comisión,
hayan cesado completamente. Es de todos modos un hecho grande y
glorioso que las palabras de nuestro Señor "he aquí yo
estoy con vosotros todos los días", signifiquen nada menos
de lo que dicen; y que la presencia de Cristo en su Iglesia por
el Espíritu Santo, da a entender la presencia de todo el poder,
así como toda la gracia, indicados por su persona divina.